jueves, 28 de octubre de 2010

EL MATRIMONIO: DE LA CIZAÑA AL TRIGO (I)

EL MATRIMONIO DE LA CIZAÑA AL TRIGO


Es un tema común decir que el matrimonio está en crisis y señalar la facilidad con que las fracturas se hacen presentes en la existencia de los cónyuges. Por otro lado, la vida de hoy tampoco ayuda mucho a que el matrimonio sea estable, pues, aunque suene a tópico, las tentaciones son abundantes y el paso del tiempo no siempre es una solución, al contrario, a veces es un agravante. ¿Por qué? Porque uno se cansa, circula por senderos distintos, y lo que en un momento fueron líneas convergentes, se transforman en derroteros divergentes.
A esto se añade la presencia del pecado en la vida matrimonial, el pecado del egoísmo, el pecado de la comodidad, el pecado de la soberbia, el pecado del materialismo. En ocasiones este pecado se hace estructura y se perpetúa de modo cotidiano, y otras veces, el pecado se hace presente como una realidad que nadie puede eludir, por los problemas de la vida, la presión de ciertas situaciones, la imposibilidad de encontrar otra salida a los problemas.
Es la parábola de la cizaña y el trigo vivida en el matrimonio. Todo parecía ir bien, hasta que empezó a ir mal. En tiempos de Jesús, esta parábola sale al paso del desconcierto por parte de los discípulos ante la convivencia entre el bien y el mal, y la aparente indiferencia de Dios ante esta situación… Pero su lectura es más amplia, pues también recoge la confusión ante la presencia de “bien y mal” en la misma casa… Un problema siempre actual… ¿Cómo le podemos dar una solución a esto? Contemplar este pasaje de San Mateo nos puede dar algunas pistas.

MATEO 13, 24-30
1. Un buen campo para una buena semilla
Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;


A veces podríamos pensar que todo está mal, sin embargo tenemos que partir de una convicción: lo que se sembró en nuestras vidas fue bueno. Fue bueno el amor que atrajo a los dos, fue buena la intención que empujó al compromiso, fue bueno el interés por ser feliz con el otro y hacer feliz al otro, fue bueno el compromiso de construir juntos un hogar, fue bueno el deseo de que otras vidas vinieran a compartir la felicidad que tenían. A pesar de los muchos chistes que podamos hacer, el matrimonio es bueno y la semilla que la gracia de Dios siembra en él, también.
El matrimonio es una realidad buena, es una semilla buena, sembrada en la vida de los cónyuges, para que puedan vivir la vida común. El campo, que es la existencia de los cónyuges, recibe el día del matrimonio el don de Dios, como una presencia especial, para que su amor los construya todos los días de la vida, para que la fidelidad cuente con la seguridad de ser más fuerte que el pecado, para que el respeto sea la ley entre los esposos, para que la perseverancia selle la plenitud de la familia.

1 comentario:

  1. No esperes a que tu pareja arranque su cizaña para tu arrancar la tuya. Arranca la tuya primero. Ama y perdona como Dios te ama y te perdona.

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