
La parábola final nos habla de cómo se puede hacer esto. Parecería que es cuestión de aprenderse un manualito de procedimientos, que se aplican como se aplica una receta de cocina. Jesús nos deja claro que no basta con comprender. La expresión “escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos” es una llamada a integrar de modo activo a la propia vida, los valores que el evangelio puede aportar a la sociedad, en este caso, es una llamada a integrar a la propia vida los valores que el evangelio siembra en la familia y que se hacen parte de su “genoma”. Estos valores tienen consecuencias muy importantes, pues revitalizan la familia, la enriquecen en todas sus dimensiones, la renuevan ante los desgastes normales de lo cotidiano.
Pero hay algo más. Los valores del evangelio que hacen brillar con plenitud el bien del matrimonio y de la familia, hacen de la persona alguien capaz de dar respuestas a todas las situaciones. Alguien capaz de sacar siempre el bien de todas las circunstancias, alguien capaz de revertir los procesos negativos para revitalizar situaciones que empujaban a la disgregación. Esto es lo que significa ser “escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos”. El matrimonio requiere de la adquisición de esta sabiduría, el matrimonio y la familia requieren de esta renovación, que no viene de otra parte más que de la riqueza interior de quienes la componen.
LÍNEAS CONCLUSIVAS
· No perder de vista la riqueza del don que se recibe al ser llamado a formar un matrimonio y una familia
· No dejar a la casualidad la construcción de la familia
· Formarse como profesionales de los valores de la familia
· Redescubrir con frecuencia el rico significado del plan de Dios sobre la familia y el matrimonio
· Es parte de la realidad el encontrarse mezclados los bienes y los males
· Ejercer constantemente una tarea de discernimiento de lo que se recibe
· La fuerza que viene de Cristo permite separar de la propia vida, del propio matrimonio y de la propia familia, el bien del mal
· con la ayuda de la gracia de Dios el ser humano puede realizar en medio de las luchas la plenitud de su vocación al amor.
· La riqueza del matrimonio y de la familia es un bien para el entorno porque el bien de la sociedad está ligado al bien de la familia.
· Integrar a la propia vida los valores del evangelio tiene como consecuencia la revitalización de la familia
· Descubrir el bien del matrimonio y la familia hacen capaces de responder con una riqueza especial a las diversas situaciones de la vida
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