viernes, 21 de junio de 2013

RECETAS FAMILIARES


Cuando miramos para atrás en la vida vemos muchos ingredientes en la receta de nuestra existencia: algunos los han puesto las circunstancias, otros las amistades, otros nuestras decisiones, pero, muchos de ellos, los traemos de nuestra familia. La familia, es el contexto en el que nos formamos en muchas cosas y esto es gracias al compromiso, con sus riquezas y carencias, de los padres. Ante esto, aprender a decir «gracias» es algo que no se puede dar por descontado y es totalmente indispensable. Llevar adelante todo lo que la familia debería entregar a los hijos no es fácil, por eso para mirar para adelante en la vida tenemos que reconocer algo de las riquezas que hemos recibido, vivirlas e intentar transmitirlas en primera persona. En este sentido, nos pueden servir tres ingredientes para la receta que todos necesitamos tener: responsabilidad, laboriosidad y el reconocimiento del otro, en especial el reconocimiento del papel de la mujer.
Siempre hay que fomentar el que todos sean responsables de todos: Cada cual es responsable de la vida de los demás. Todos están llamados a reconocer los dones que han recibido de Dios, a poner los suyos a disposición de los demás y a valorar los de los demás. Esta visión de lo que hemos llamado la responsabilidad “solidaria” permite que las diversas generaciones se entrelacen dentro de la familia, ciertos de que todos tienen algo que aportar a los demás. De modo especial, hoy tenemos que destacar el papel de los ancianos, cuya presencia resulta más valiosa que nunca, en una cultura del individualismo y del utilitarismo, que a veces provoca que su aportación a la vida familiar sea poco reconocida.
En toda familia la laboriosidad es el cimiento de su fundación y el camino de su desarrollo. Trabajo y laboriosidad condicionan el proceso de educación dentro de la familia, precisamente porque cada uno, entre otras cosas mediante el trabajo, “se hace ser humano”, y este es precisamente el fin del proceso educativo familiar. Para ello, en primer lugar hay que tener la actitud de lucha contra la pereza, con celo, exigencia, tenacidad. Esto cuesta porque hoy estamos rodeados de ocio, entretenimiento, tiempo libre, como parte de la vida normal. Es complejo hablar de pereza cuando el ocio es un valor y una conquista. La solución está en el equilibrio y en el sentido. El equilibrio combina las actividades del ser humano y, entre ellas, está el descanso. El sentido da al ocio su objetivo: recuperar fuerzas para el trabajo y disfrutar de los valores que existen en los momentos en que el trabajo no ocupa al ser humano. Queda claro que es fundamental evitar un ocio que lleve a faltar a las responsabilidades y descuidar los compromisos. En segundo lugar, es muy útil vivir la laboriosidad como un entrenamiento ante las fatigas y sacrificios en la vida. Si solo valoramos el descanso y no estamos preparados para las prueba, será difícil afrontar los momentos de dificultad en la vida. La laboriosidad ayuda a enfrentar la fatiga y los sacrificios porque se sabe que el dispendio de las energías tiene un sentido.
Finalmente, hay que volver a plantear la importancia del papel de la mujer. En nuestra cultura es de decisiva importancia, desde el punto de vista práctico y afectivo, que los cónyuges compartan las tareas educativas y colaboren en las tareas domésticas, pero debido a los ritmos de la familia, a la mujer-madre le toca, en momentos muy especiales, sembrar las primeras semillas de la responsabilidad, de la laboriosidad, de la comunicación en los hijos. En este sentido, la insustituible contribución de la mujer a la formación de la familia y al desarrollo de la sociedad está todavía a la espera del debido reconocimiento y la adecuada valoración. La vida familiar, y de la mujer dentro de la familia, no es fácil, sobre todo cuando la mujer se ve obligada a un doble trabajo, dentro y fuera de casa. Es un deber mostrar gratitud para con toda mujer y madre. 
Trabajar y ser responsables, pero con el corazón formado en la solidaridad y la gratitud, esta es parte de la receta que ojalá encontremos en los corazones de muchas familias.



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